sábado, 3 de mayo de 2008

Sobre mi concepto del amor

Desde un sentido general, puedo decir que amar a otra persona es celebrar todos los días el hecho de que haya nacido.

Para explicarme bien lo que con esta afirmación quiero decir, debo referirme a aquellos aspectos que, para mí, sustentan este sentimiento, que considero muy elevado, en nuestras relaciones con los otros.

Amar es respeto. Es celebrar la existencia de la otra persona respetando lo que es, admitiéndola tal cual es, con lo que nos gusta y con lo que menos nos gusta. No intentar cambiarla, pues intentar cambiarla supone renunciar a apreciar esa parte de ella que también la constituye, pero que no encaja con nosotros. Amar a otra persona es respetar su libertad, su espacio vital, sus necesidades, sus miedos, sus limitaciones, pero también sus deseos, sus ilusiones, su silencio, sus expectativas en la vida y sus decisiones.

Amar es dar. Es ofrecer a la otra persona, por el mero hecho de estar y ser, todo lo mejor de nosotros, sin esperar una recompensa. Es dar, incluso, con renuncia, asumiendo quedarte sin aquello que das, porque sientes que la otra persona lo necesita más que tú.

Amar es dolor. Cuando se ama a alguien de verdad duele verlo mal, verlo enfermo o abatido. Pero ese dolor no debe convertirse nunca en un sufrimiento que perdura en el tiempo, pues el sufrimiento nos obnubila, nos hace actuar en nuestro beneficio e impide, por tanto, ayudar con eficacia al otro. El dolor en el amor es entrar en contacto con el otro, es reforzarlo en nosotros mismo para sentirlo con más fuerza. Es también sentir su sufrimiento en toda su intensidad pero no manifestarlo; sentir calladamente, para no agobiarlo. Es estar, pero no actuar, sólo acompañar, aunque nuestro dolor sea grande. Esta actitud refleja una enorme confianza en el otro, al concederle la oportunidad de superar por él mismo sus problemas dándoles la solución adecuada. Nuestro cometido es crear el clima adecuado para que ello sea posible.

Amar es compartir. Cuando se ama, se siente la necesidad imperiosa de compartir con la persona que se ama: lo que constituye nuestra vida exterior y nuestro mundo interior. Es, por tanto, la necesidad de extendernos, de proyectarnos al mundo a través de quien amamos. Es un depositarnos en esa o esas personas que amamos.

Amar es escuchar. No es oír, es una escucha atenta de lo que la otra persona quiere comunicarnos. Es entrar, sin barreras, en su mundo afectivo y emocional para comprenderlo. Es, también, darle la oportunidad de que se escuche a sí misma.

Amar es sentir. Amar es abrir los ojos por la mañana y no preguntarse por qué la persona que se ama viene a nuestra mente y nos despierta ese sentimiento de plenitud, de dolor y de felicidad. Amar a esa persona es no preguntarse nunca por qué se la ama, ya que la pregunta siempre encierra una duda.

Amar es contacto. Amar es sentir la necesidad de descansar sobre la persona amada en un abrazo, en un beso o en una acaricia. Es un descanso placentero y prolongado que forma parte de nosotros de por vida. Es intercambiar las energías más positivas. Es dar parte de nosotros en ese acto humano.

Amar es deseo. No es un deseo referido a nosotros mismos. Es un deseo proyectado a la otra persona. Es desear su bienestar, su felicidad, su permanencia en esta vida de forma plena.Amar es soltar. El amor no es posesión, es el respeto absoluto a la libertad de la otra persona.

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